Una encina muy especial

Abrí este blog en septiembre de 2006 y desde esta fecha he conocido a muchas personas gracias a él. Con bastantes sigo manteniendo contacto, bien a través de los blogs, bien vía emails e incluso vía telefónica.
Conocí a Tomi hace más de dos años, seguro, aunque no recuerdo bien la fecha en que empezamos a contactar. Ella es pintora y el año pasado me envió una invitación para asistir a una exposición que haría en su pueblo, Helechal, provincia de Badajoz. Casi sin planteármelo, el día de antes de la fecha en que exponía, le pregunté a mi padre, a mi marido y a mi hermana que si querían que fuésemos a conocerla. Los tres me dijeron que sí y allá que nos fuimos.
No se me olvidará lo que disfrutó mi padre por el camino viendo las encinas en aquellos campos. A él le fascinaban los árboles y las encinas le atraían especialmente. Creo que yo heredé ese gusto.
Llegamos a Helechal, buscamos a Tomi y allí la encontramos, entre sus cuadros, rodeada de su familia y los vecinos de su pueblo. Al vernos se puso muy contenta, y también nerviosa, ¡normal!
A mi padre se le había ocurrido llevarle un arbolito de los suyos de regalo. Todos se quedaron impresionados con él, sobre todo ella, nuestra amiga.
Pasamos un día inolvidable. No voy a contar más detalles porque la entrada se haría muy larga, pero nunca olvidaré aquel día, no sólo por mí sino por mi padre, ya que después lo estuvimos recordando muchísimas veces, y lo hacíamos como si conociéramos a esta familia desde siempre. ¡Qué cosas!

Sobre el mes de noviembre, más o menos, me llama Tomi y me dice que quiere pintarle un cuadro a mi padre, que qué le gustaría. Yo, sin pensarlo, le contesto que le pinte una encina, de aquellas grandes, majestuosas, de las de su tierra. Ella enseguida cogió la idea y lo pintó. Tenía la intención de venir a traérselo en persona pero las circunstancias no lo permitieron y un día decidió enviárselo por correo. Cuando mi padre recibió el paquete se llevó una sorpresa y una alegría enorme.

Ésta es esa encina tan especial, la que Tomi plasmó en un lienzo pensando en mi padre. Un cuadro lleno de vida, de alegría, de amistad. Él, sintiéndose superorgulloso, se lo enseñaba a todo el que llegaba a visitarlo. Creo que este cuadro le hizo vivir mejor sus últimos días porque sintió el cariño de aquellas personas, porque sentir el amor es lo mejor que puede pasarle a una persona y él sintió el que le enviaba mi amiga Tomasa, como la llamaba él cariñosamente.

La llamamos por teléfono para darle las gracias y Tomi le dijo que a ver si podían venir a visitarnos por Semana Santa (ella vive en Madrid). Pues bien, desde aquel día mi padre pensó que tenía que hacerle un regalito para cuando viniera, un canasto de dos tapaderas. Se puso enfermo y como tenía otros objetos empezados los fue terminando, pero seguía pensando en el canasto. Unos días antes de que falleciera se levantó y me pidió los alambres. Yo me quedé de piedra, pues veía lo enfermo que estaba. Se los di y empezó a tejer la base del canasto. Pudo estar poco rato. Yo le dije que si quería que se lo terminaba yo y me dijo que no, que lo quería hacer él. Se aproximaba la Semana Santa. Entonces, dándome cuenta de su preocupación, le dije que a lo mejor Tomi y su marido no podían venir a vernos aunque lo dijeran, que no siempre salen los planes, y que él ya le había regalado el arbolito y un juego de pendientes, colgante y anillo que le hizo y se lo enviamos por correo. Él asintió y desde aquel día no volvió a pedir los alambres. Creo que se tranquilizó.
El cuadro con esta encina hoy está colgado en casa de mi padre al lado de algunas de sus creaciones con hilos de cobre.
Gracias, Tomi, por pintarlo para él y por enviárselo para que lo disfrutara.

Quiero agradeceros especialmente todos los mensajes de cariño que me estáis dejando en estas últimas entradas. Ésta de hoy es como continuación de la anterior.
Siento la necesidad de contar estas cosas y quiero hacerlo aquí, en este rincón que ya era de los dos, suyo y mío. Y porque así, además de hablar de él, cosa que quiero seguir haciendo, os hago partícipes de nuestras vidas.

Os mando un abrazo enorme con toda mi gratitud.