Siempre se ha dicho que hay que vivir "con los pies en la tierra". Yo quiero también meter las manos en la tierra. Fundirme con ella. Porque nuestro cuerpo es tierra, tiene los mismo componentes que la tierra. Y no hay nada más hermoso que introducir una pequeñita semilla en la tierra, cuidarla proporcionándole luz, agua y aire, y observar cómo se transforma.
EL MILAGRO DE LA VIDA
Mandarino
Berenjena
Guindillas
Pimiento
Rabanillos
Tomateras
Hierbabuena y Perejil
Melón
Plantera de lechuga rizada
Plantera de rúkula
Otras tomateras
Patata
También tenemos sembradas semillas de acelgas, de zanahorias y de ajetes, pero aún no han brotado.
Lo mejor de esto es que nuestros nietos de 5 y 7 años están participando y están viviendo el proceso. Todos los fines de semana vienen corriendo a mirar en el huerto cómo van las plantas. Y las riegan y las aprecian. Están deseando sembrar las habas, pero estamos esperando a que llueva porque la tierra está muy seca y no tenemos agua.
Cuando llueve recogemos toda el agua que podemos y la guardamos para regar las plantas.
Es muy curioso ver cómo están las plantas de melón sin ser ya la temporada. O las tomateras y los pimientos. Pero es que hace mucha calor y ellas no saben que ya es otoño.
Lo interesante es que tanto los melones como los pimientos y las tomateras han salido de las pipas, de las semillas, que recogimos en nuestra cocina y que luego sembramos. En esto también participaron los niños.
Ver la transformación de esa pequeña semilla en una planta y luego recoger el fruto es participar del milagro de la vida, de la existencia.