
De nuevo el sol y el viento se unen para despertar el alma de la persona que desde la soledad espera.
De nuevo es la naturaleza con su belleza infinita la salvadora del alma que siente pena.
Sí, esa naturaleza que, a veces, enfurecida, se lleva a niños, mujeres y hombres, abuelos y abuelas, es la que también se ofrece como un regalo a toda la humanidad entera.
Esa persona que, desde la soledad, espera, sueña y desea la paz y la felicidad no sólo para los que tiene cerca, sino para todo ser viviente en esta maravillosa tierra, y con todo su ser, imagina que algún día, por fin, se acabará el odio, el hambre, las guerras, el llanto y toda clase de violencia física o mental y, por consecuencia, todas las diferencias, de pronto siente que alguien llama a la puerta.
La soledad se acaba. La soledad ya no la inquieta. Por esa puerta que ella abre con toda la ilusión de su corazón entra la alegría, la luz y el amor.
Y, como por arte de magia, siente que su alma se expande, que no cabe dentro de sí, y con más fuerza imagina que de verdad existe la libertad, que de verdad cada uno puede ir por donde quiera porque ya no existen las fronteras, que la igualdad, la comprensión, el respeto, la tolerancia y el sosiego es una realidad en el mundo entero.
Y decide, desde lo más profundo de su corazón, que dejará la puerta siempre abierta.
(31-03-05)
2 comentarios:
si, dejare la puerta abierta, para que puedan pasar...el sol...el viento...la naturaleza...
un beso !muy bueno!
sueños de libertad !que bueno!
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